domingo, 30 de octubre de 2016

La boutique de los efectos secundarios


Aire afilado y yo asfixiandome.
Hay días buenos y días malos.
Yo solo conozco los días grises sus tonalidades afines.

Presumo mi necesidad de ti con quien no debo. Y busco entre los escombros desesperadamente una de las mil razones para no hacerlo que se me han perdido.

Mi mala memoria hace tanta falta en estos casos, porque sigo fracasando una y otra vez en erradicar todo recuerdo de lo que nunca fuimos.

Y me hago adicto de la anestesia.
Con sobredosis de indiferencia a lo que me intenta sacar de aprietos.

A mi derecha una desubicada sombra de un sueño recurrente. Con aires de querer sobrepasar las barreras de mi intermitente sobriedad. Y a mi izquierda, pues, quien sabe.

Un espejismo tras otro, ¡Que espectáculo de alta calidad!.

Un poco mas y mis pupilas serán irreconocibles...

Me abstengo de continuar indagando en los por qué y solo me atrevo a afrontar las consecuencias.

Pensamientos agresivos de la mano de las constantes malas decisiones, y la bienaventurada demencia.

Y llegando casi al final, está en su podio, la interminable colección de heridas sin sanar. Siempre en cuarentena.

Siempre sin sanar, siempre sin saber.
Para conveniencia de todos, es mejor así.





By: Mariluna Medina
Ig: marilunamedina
Mail: Marilunamedina12@gmail

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